Mis Héroes Siempre han Sido Yonquis
Hablar de un cómic en cuyos títulos de crédito aparecen Ed Brubaker y Sean
Phillips es algo que me entusiasma, sin embargo, no lo hago muy a menudo,
porque sus obras tienden a nublarme el juicio y temo no ser capaz de explicar
en palabras la belleza ácida que se esconde tras el fatalismo y violencia de
sus historias. Sin embargo, después de haberle dado bastantes vueltas a Mis
Héroes Siempre Han Sido Yonquis (en adelante MHSHSY) creo poder transmitir
esa sensación o, por lo menos, señalar los factores que tanto me llaman la
atención. Lo gracioso es que cuando leí la obra por primera vez, en verano de
2019, cuando la publicó Panini, no me pareció demasiado brillante, más bien una
historia sencilla sin muchas pretensiones, sin embargo, cuando la volví a leer
hace unos días, me pareció una absoluta maravilla, un cómic sutil y preciso que
demuestra la madurez de sus creadores.
Esta historia está enmarcada en el universo Criminal, la cabecera de
referencia de Ed Brubaker y Sean Phillips, la cual siempre se ha caracterizado por
su carácter antológico, de manera que cada uno de sus arcos argumentales,
funcionan de manera individual, aunque compartan personajes, tramas y tengan
referencias cruzadas. Cada una de estas historias contaba con un título propio,
remarcando su individualidad, aunque sin renunciar a la marca Criminal, sin embargo,
en MHSHSY esa tendencia cambió, pues el título principal no aparece en portada,
tan solo lo hace en la página de créditos. Poco después, la marca Criminal se
recuperaría con la publicación en grapa de un nuevo volumen, aunque se volvería
a perder con la llegada de los recopilatorios, Bad Weekend y Cruel Summer. Otra
de las prácticas que los autores conservaron de MHSHSY fue la apuesta por el
formato OGN, es decir, la publicación de sus cómics directamente en tomo,
saltándose el procedimiento habitual de publicación en Estados Unidos, tal y
como atestigua su última obra, Reckless, que constará de 3 volúmenes. Esto es
algo poco habitual en la industria, y solo es posible gracias a la confianza
que ha depositado Image Comics en sus proyectos, fruto de las buenas ventas.
La historia nos habla de Ellie y Skip, dos jóvenes adictos que se conocen
en una clínica de rehabilitación, cuyo repentino enamoramiento los llevará a vivir
algunos de los mejores momentos de sus truculentas vidas, antes de tener que
afrontar su destino. En definitiva, una historia dura, que refleja muy bien lo
que es la vida, las posiciones incómodas y las decisiones que te hace tomar, así
como la frustración ante la falta de alternativas, que te obligan a hacer
aquello que debes, aun sabiendo que harás daño a quienes quieres o a quienes no
lo merecen. Todo ello queda perfectamente reflejado en Ellie, que encarna el
papel de femme fatale moderna, embaucando y llevando a la perdición a Skip.
Pero el personaje está tan bien desarrollado que nos vemos abocados a empatizar
con ella, a sentir su mismo dolor, por mucho que el personaje bondadoso sea
Skip.
El peculiar título de la historia gana fuerza conforme vas conociendo a
Ellie, de manera que cuando eres consciente de todo lo que ha definido su joven
existencia piensas “¡¿cómo no iban a ser todos sus héroes yonquis, si son todo
lo que ha conocido?!“. Se crio en una cultura drogadictiva, y en cuanto tuvo la
oportunidad abrazó su pasado. Todo lo que ha tenido en su vida es el recuerdo
de su madre, sus adicciones y su muerte, es su heroína y el destino ha hecho
que sus referentes fuesen cantantes y artistas drogadictos. De ahí que el
personaje muestre esa extraña devoción por las sustancias, llegando a romantizarlas,
una postura que el guion no se esfuerza en desmontar, tampoco se dedica a
emitir juicios de valor, dejando que sea el sentido común de los lectores el
que lo descubra.
La acción está ubicada en el presente, pero es algo circunstancial, que no
aporta nada al desarrollo, pues ni la tecnología juega un papel importante ni
se apoya en los paradigmas de la sociedad actual. Al final lo que importa es el
pasado, la nostalgia que transmiten los magníficos flashbacks en blanco y
negro, donde se hace referencia a todos esos artistas yonquis, a través de montones
de casetes y vinilos. De esta manera la música está presente a lo largo del
cómic, siendo uno de los elementos centrales del mismo, hasta el punto que la
clave de la historia está en la canción que nombra Ellie en las primeras
páginas, y que irremediablemente resuena en la última escena. Se trata de
“Stevie Smith” de Vic Chesnutt, cuyas estrofas son en realidad los versos de
“Not Waving But Drowning” de la poetisa británica Stevie Smith.
El poema nos habla de un hombre que muere ahogado en el mar sin que nadie
acuda en su ayuda, porque la manera en la que mueve los brazos para no ahogarse
se confunde con la de un saludo. Dentro de la tristeza, los versos tienen cierta
ironía o humor negro, dicen que él siempre bromeaba y que ahora está
muerto. Creo que el significado del poema está presente a lo largo de la
historia, pues en el fondo los personajes necesitan ayuda, no saludan, se
ahogan y quizá no mueren, pero sí se consumen a sí mismos, con las drogas y con
sus actos. Así llegamos a esa última página, con una Ellie abatida, recordando
tiempos mejores, acercándose al mar, quizá para adentrarse en las profundidades
y ahogarse, tal y como cantaba Vic Chesnutt, que perdería la vida de una
sobredosis en 2009 tras una vida de dolor. Aunque esto no es más que una de las
muchas interpretaciones que se pueden hacer, al fin y al cabo, esto es Criminal y aquí los personajes son supervivientes y siguen adelante pese a
las duras circunstancias que han vivido.
Por mucho que las obras de Ed Brubaker estén caracterizadas por el crimen y la violencia, lo que, al menos para mí, las hace tan especiales es su cuidada prosa, llena de tristeza y belleza, de esa ironía poética sobre la vida tan arraigada al noir. En este caso Brubaker abraza esa idea y relega la historia criminal a un segundo plano, aunque no deje de ser el centro de la misma. Quizá sea su obra más delicada hasta la fecha, más centrada en los sentimientos y las experiencias que en la acción, incluso al final, cuando llega el magnífico giro lo que termina importando es el peso y significado de los actos de los personajes. En el caso de Sean Phillips, su acercamiento visual es un tanto distinto al de sus anteriores trabajos, debido a que buena parte de las escenas ocurren durante el día o con buena iluminación y a que colabora con un nuevo colorista, del que hablaré más adelante. Su trazo es sencillo, limpio y lineal, centrado en las formas de los personajes y en sus expresiones faciales. No es agresivo con las tintas, como es habitual en él, ni pone demasiado énfasis en los fondos, dejando que sea el color el que dé volumen a las viñetas y el que defina el ambiente.
Esta fue la primera obra de los autores coloreada por Jacob Phillips, el hijo de Sean, que a su vez supuso su ópera prima en la industria del cómic. De primeras su estilo resulta impactante, puede parecer demasiado pictórico e irregular, cruzando los bordes de las figuras y los límites de las páginas, pero en su conjunto creo que funciona muy bien y que le da al estilo de Sean una nueva dimensión muy interesante. El color genera una sensación surrealista, de estilo expresionista, que acompaña muy bien a lo que acontece en la historia, a ese viaje que para Ellie es una ilusión, una alucinación. Lo cual tiene mucho sentido, dada la presencia perpetua de las drogas, que le dan una atmósfera única a ciertas escenas, como el humo del tabaco en el noir. La paleta de colores de Jacob nos transporta hasta la costa californiana, a los pueblos costeros, a las aguas agresivas del Pacífico, cuyas olas rompen en acantilados rocosos. En definitiva, la identidad visual de la historia recae en el color y Jacob responde con maestría.
Por último, quiero volver a hacer referencia a la conexión de esta historia con el universo Criminal, porque, aunque parezca que funciona de manera independiente, sigue ligada a la familia Lawless. Para encontrar esa conexión debemos remontarnos hasta “Cobarde”, la primera historia de Criminal, en la que Leo, el protagonista de la misma, rescató a Angie de sus captores, los cuales habían asesinado previamente a Greta, su madre. Esa niña resulta ser Ellie (Angela), que sería educada por Jake (Gnarly), el amigo de Leo que regentaba el bar donde se reunían. Además de la magnífica referencia, conocer esa historia le da mayor empaque a MHSHSY, pues podríamos pensar que Ellie lo hace todo para ayudar a Jake, pero no, en realidad lo hizo para salvar a Leo, a quien sentía que le debía una.
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