Batman Damned #1

El anuncio del nuevo sello de DC Comics destinado a contar historias más oscuras y adultas sobre los personajes de la editorial, Black Label, despertó una gran expectación en el mundo del cómic estadounidense. Por regla general en los subsellos de DC se han creado obras de calidad, ya sean los clásicos atemporales  de Vertigo, la psicodelia innovadora de Young Animal o la acción gamberra y cautivadora de Wildstorm. Por lo tanto no es de extrañar el hype generado por Black Label, más aun si tenemos en cuenta las sinopsis de los distintos proyectos y los autores involucrados. Frank Miller, Kelly Sue Deconnick, Greg Rucka, Scott Snyder, John Romita Jr o Greg Capullo, por decir algunos, no son precisamente nombres desconocidos para los amantes del cómic de superhéroes.


Siendo conscientes de todo ello, era de esperar que la publicación de la primera de estas colecciones, Batman Damned, también generase un sinfín de reacciones, y así fue. En primer lugar porque este cómic está firmado por la dupla formada por Brian Azzarello y Lee Bermejo, la cual ha sido sinónimo de calidad en el pasado con obras como Joker o Luthor. También por ver qué opciones otorgaba su calificación M, orientada para mayores de 17 años. Si bien no es directamente exclusivo para adultos (calificación R) sí que permite mayor manga ancha en cuanto a contenidos que el resto de publicaciones de la editorial. Finalmente la aparición de "Lil Wayne" (je) terminaría por hacer de este cómic toda una sensación.

Voy a comentar mis impresiones sobre el "pequeño Bruce" antes de entrar a valorar la historia y los aspectos técnicos. A Batman se le ve el pene, sí, y qué? Impacta porque no estamos acostumbrados? Sí. Da lugar a memes geniales? Sí. Constituye algún problema? Ni el más mínimo. Cuando el número salió a la venta se le achacó a Azzarello que enseñar la desnudez del personaje no aportaba nada, que no estaba hecho con otro propósito que no fuera provocar y hacer la gracia. Está claro que ver a Bruce Wayne desnudo no aporta nada en concreto, de la misma manera que tampoco incide en el argumento verle en bañador, pijama o albornoz. Es la recreación de una situación cotidiana que no debería ser objeto de debate o polémica. Además si sirve para abrir alguna arcaica mente pues mejor que mejor. Lo que sí es motivo de vergüenza y de crítica es la actuación de la editorial, la cual decidió eliminar el pene de las siguientes ediciones del cómic, cuartando las libertades de los autores y cediendo a las peticiones de los sectores más conservadores.


Hablemos del cómic en sí. La puesta en escena es cautivadora, Azzarello abre la acción a lo grande y el estilo barroco de Bermejo te atrapa desde la primera secuencia. Nos encontramos con un Batman destrozado, con una fuerte contusión, pero aun así no transmite la más mínima sensación de debilidad, sigue siendo extraordinario, duro y temible. De primeras puede echar para atrás ver que van a contar la enésima historia entre Batman y El Joker, pero una vez vista la dirección tomada por los autores y las piezas que entran en juego es de esperar un enfoque distinto del de las típicas aventuras que enfrentan al payaso y al murciélago. Por el momento la dureza y la oscuridad imperan en las páginas, tiñéndolo todo de una capa de intensidad un tanto excesiva, la cual parece que irá en aumento conforme los personajes del plantel místico de la editorial vayan ganando importancia en los próximos números (recordemos que son 3). 

Pero la fuerza del argumento se va diluyendo a cada página, de manera que para cuando llega el impacto final del cliffhanger ya se ha perdido parte del interés. ¿El motivo? Los constantes captions (narración encapsulada en cajas de texto, aunque en este caso no estén encuadradas) que terminan agotando a cualquiera. Las 48 páginas del número están repletas de esta voz en off cansina que se detiene en contarnos metáforas sin demasiado sentido y hechos de dudosa veracidad, porque, tal y como confiesa el mismo narrador, no es muy fiable. Para lo único que sirven estos textos es para restarle ritmo a la narrativa y entorpecer una trama que de por sí, ya tiene bastantes elementos con los que lidiar.


No hay duda que la principal atracción de esta colección es el dibujo de Lee Bermejo. El autor narra de manera lógica y dinámica, dejando páginas que son auténticas obras de arte. La historia que construye Azzarello y el entorno con el que la dota le sientan genial al estilo del dibujante, que se luce para el deleite de los lectores. La edición escogida para la colección (y presumiblemente para todas las pertenecientes a Black Label) contribuye al disfrute del arte, puesto que cuenta con unas dimensiones mayores de lo habitual, tanto a lo largo como a lo ancho.

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