Batman: Días Fríos, Bestias, Alas Tiranas y Pesadillas

Tras el polémico número 50 y su deslumbrante cliffhanger llegaba a la colección de Batman un periodo de calma, introspectivo, destinado a que Bruce pudiese asimilar el golpe encajado. A lo largo de la etapa, tras sucesos importantes, hemos tenido momentos de inpass en los que el ritmo de la historia y su hilo conductor quedaban en segundo plano, dejando espacio a cuestiones de menor relevancia. A estas alturas queda claro que nada de lo que hace King es baladí y que los arcos argumentales son difícilmente evaluables por sí mismos, pero en las siguientes líneas intentaré desencriptar y comentar las últimas cuatro historias de la colección, fuertemente marcadas por su lejanía respecto de la trama central, a excepción de una de ellas.



Cold Days
En el arco inmediatamente posterior a la boda nos encontramos con una historia enfocada en explorar el estado de ánimo de Bruce y su oscuro paso por el camino del duelo. Todos sus esquemas se han roto, y lo han hecho justo cuando se había decidido a abrazar una vida más sana. Le toca volver a ser aquello que intentaba dejar atrás, aquello que le acaba de arrebatar su única oportunidad de encontrar la felicidad. Bruce es el mejor detective del mundo, y como tal, está acostumbrado a perseguir a los culpables hasta atraparlos, pero en este caso se siente impotente, puesto que el culpable de su calvario se encuentra dentro de sí mismo.

King nos ofrece a un Bruce Wayne alejado de los ideales de Batman, aquellos que, paradójicamente, le salvaron en sus inicios. Esto da lugar a una dualidad muy interesante, el álter ego por un lado y la persona por otro. Siempre he creído que ambas partes formaban un todo, pero ver a Bruce renegar y acusar a Batman es un giro fascinante. En este caso quien tiene problemas es Bruce, no Batman, lo cual le hace estar perdido y dudar de todo, al más puro estilo Descartes. Su reacción ante el dolor y la pérdida es la esperable de alguien como él, encerrarse en sí mismo, autocastigarse e intentar alejar a aquellos que le quieren ayudar.


En líneas generales es una buena historia, pero más por el desarrollo del personaje que por los sucesos en sí. La utilización de un juicio (contra Mr. Freeze) para representar la crisis de fe de Bruce es un recurso magistral. El único problema que le veo a estos tres números es la resolución, donde Bruce consigue cambiar el alegato de culpabilidad de todo el jurado sin aportar ninguna prueba más que su testimonio. La puesta en escena de Lee Weeks es fantástica, como todo lo que dibuja. Acierta en la austeridad de las escenas del juicio, en el costumbrismo de la sala del juzgado popular, en la espectacularidad, en los tintes negros de los flashbacks y en la emotividad de la tristeza de Bruce.

KGBeast
En "Días fríos" hablaba de cómo Bruce intentaba alejar a todos los que se preocupan por él durante sus horas bajas. Ahí es donde entra en juego Dick Grayson, quizá uno de los personajes que menos han aparecido en la etapa, algo extraño dado que King se encargó de narrar sus aventuras junto a Tim Seeley entre 2014 y 2016. Se han distanciado, su relación ha sufrido irregularidades, pero en el momento de la verdad siempre se tienen el uno al otro. Bruce salvó a Dick de una vida de orfanatos y precariedad y Dick salvó a Bruce de sumirse en la penumbra y de perder toda su humanidad. Por ello su conexión nunca tendrá rival, por muchos otros Robin que aparezcan.


En el número 54, King homenajea esta relación con un bonito relato a dos tiempos, mostrándonos los primeros días de Dick en la mansión Wayne y la manera en la que el chico intenta animar a su mentor en la actualidad. Ello deriva en este arco, una bestialidad, como su propio nombre indica, nacida tras el intento de asesinato del propio Dick Grayson. Bruce se ve obligado a volver a enfundarse el traje y a descargar su rabia contra aquellos que a punto han estado de llevarse la vida de su amigo. Sigue siendo escéptico respecto al futuro de su cruzada, por lo que no está dispuesto a hacer concesiones ni a recordar su código, lo cual le puede llevar a cruzar la línea que juró no traspasar.

Los tres números desprenden una atmósfera oscura, de venganza e intensidad, acorde con la situación en la que se encuentra el personaje. Si en el arco anterior hablábamos de sutileza e inteligencia narrativa, aquí nos encontramos con pura destrucción. Es un blockbuster de acción desenfrenada, con un villano que sufre de hipertensión anabolizante. No es un arco especialmente interesante, más bien creo que es de los más flojos de la etapa, pero responde a las necesidades inmediatas de la historia. Visualmente tenemos el regreso de Tony S. Daniel, con su estilo más convencional, que no es precisamente de mi agrado, pero que encaja con el tipo de historia que se aborda.

The Tyrant Wing
Con la llegada de El Pingüino en el número 58 se retomaban las líneas argumentales abiertas en la página final de la batboda. Bane volvía al centro del tablero y Bruce empezaba a ser consciente de que algo se estaba cocinando a su alrededor. Queríamos ver cuáles eran los planes de King en relación a la conspiración de Bane, y con su primer ataque la colección volvía a rodar y nos encaraba hacia lo prometido.

En primer lugar vemos a un Batman perdido y desatado, buscando pruebas desesperadamente que le ayuden a descubrir qué está ideando Bane desde Arkham. Para conseguirlo interroga a todos los criminales que encuentra, cometiendo auténticas atrocidades que hacen que Jim Gordon y la GCPD empiecen a verle como una amenaza para la ciudad. Bruce me está empezando a recordar a Scott Free en la colección de Mr. Miracle, la vida le supera y cada vez se vuelve más neurótico, aunque esta vez sea en forma de violencia en lugar del autoengaño.


El momento cumbre de estos tres números llega con el glorioso cliffhanger del último número. Tras una secuencia que quita la respiración, descubrimos quién será el encargado de continuar con el vía crucis de Batman. No cabe duda que las interacciones que veremos entre ellos, terminarán de romper a Bruce. Las personas y los valores en los que ha basado su cruzada están desapareciendo. Está acostumbrado a vivir al borde del abismo, pero a diferencia de otras veces, ahora está solo, en medio de una conspiración calculada al milímetro destinada a acabar con él.

King vuelve a tirar de fragmentos literarios para complementar los textos de la narración. En esta ocasión acude a la obra de William Shakespeare, a un poema que guarda bastante relación con la historia que se cuenta. Los versos cubren las páginas de una atmósfera muy personal, gris, que sirve de acompañamiento para la conversación entre Alfred y Cobblepot. El trabajo de documentación del autor es fantástico, sin embargo el recurso empieza a ser repetitivo, puesto que no es la primera vez, ni mucho menos, que utiliza textos de apoyo en sus cómics. El apartado gráfico le da el toque definitivo al contaminante y peculiar entorno que cubre estas páginas, tanto por los maravillosos colores que aporta Jordie Bellaire como por el exquisito trazo de Mikel Janín.

Nightmares
Este no es un arco argumental al uso, sino una recopilación de 7 one-shots en los que King nos enseña algunas de las neuróticas pesadillas que atormentan el sueño de Batman. Ya sean explorando escenas relacionadas con los sucesos recientes que han acontecido su vida o a través de premisas psicológicas y fantasiosas. Sí, sé lo que estáis pensando, "tremendo relleno". Más allá de la calidad de estos números, su existencia supone la enésima postergación de la historia, lo cual está agotando la paciencia y la fe de muchos lectores que hemos disfrutado de la etapa desde el inicio. Pero por si esto fuera poco, entre medias del relleno nos encontramos con otro suplemento, y es que en los números 64 y 65 nos topamos con un tie-in de Heroes In Crisis que ni siquiera escribe King.


El problema no es solo dejar colgado el cliffhanger y parar el ritmo de la narración, también hay que tener en cuenta el tiempo que ha transcurrido hasta que se han publicado los citados 9 números. Entre la salida a la venta del número 60, hasta que el pasado 1 de mayo se publicó el #70, han pasado la friolera de cinco meses, vamos, que la serie está más fría que Gotham cuando Mr. Freeze anda suelto. El parón y la publicación de todos estos números aislados me parece un error, nos siguen vendiendo que "todo cobrará sentido, la espera valdrá la pena", pero todas estas excusas ya no sirven. Si un lector ha hecho el esfuerzo de leer 60 números de una colección, está claro que le interesa lo que se está contando, así que alargar innecesariamente la historia me parece aprovecharse de él (nosotros).

No me voy a detener en reseñar cada uno de estos números por separado, en Instagram he hablado de  alguno de ellos, pero hagamos un repaso rápido: #61, #62 y #63 me parecen una mezcla de tomadura de pelo, pobreza argumental y recurso fácil. El #66 me gustó bastante, es lo que esperaba de estos one-shots, ya que no iban a contar nada en firme, por lo menos que estuviesen bien hechos y fuesen especiales. El #67 tiene su gracia, ya hablaré de él otro día, finalmente #68 y #69 tienen momentos graciosos y anecdóticos, pero terminan siendo reiterativos.
En definitiva estos números han dado la vuelta al plantón de Selina en la boda, mostrándonos cómo hubiese sido su vida si se hubiesen casado, lo felices que hubiesen sido y las interacciones que habrían tenido. También han girado entorno a aspectos más etéreos, propios de los sueños, los cuales pueden tener su sentido o no tener pies ni cabeza.

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