Doomsday Clock #12
El título de esta historia habla por sí mismo, desde el principio sabíamos que las cosas se iban a poner muy serias en el universo DC, y la escalada de tensión acontecida en los últimos números no hacía más que confirmar que esta última entrega iba a ser apoteósica, la explosión y conjunción de todo. Tal y como ocurre en Watchmen, la crisis alcanza tal punto crítico que, al llegar a las 12, el reloj del juicio final confluye con las manecillas del reloj de la historia. La Tierra está al borde del colapso, pero entonces algo calma las aguas y devuelve esas manecillas a su lugar natural. En Watchmen fue la explosión de la isla de Manhattan a manos de Adrian Veidt y en Doomsday Clock es la desaparición temporal de la propia realidad por obra del Dr. Manhattan.
Ha sido un número trepidante, pero sobre todo emotivo, la figura de Superman formaba parte de la propia idea de la colección, incluso su símbolo aparece en el logotipo de la misma, pero su protagonismo e implicación en la historia ha sido escaso hasta los últimos números. Pero en esta entrega final todo cobra sentido, demostrando la importancia del personaje, no solo en esta colección, sino en todo el universo DC, hasta el punto de que el número se convierte en una carta de amor hacia la figura de Superman. Ya entraremos en estas cuestiones más adelante, hay mucho que comentar, así que desgranemos los sucesos del número.
Everything Ends:
El número anterior dejó a Superman en el ojo del huracán, por un lado, el gobierno estadounidense, con el que creía compartir los valores de justicia y libertad, le traiciona haciéndole culpable de la explosión de Rusia. Por otro lado, Putin manda a su equipo de metahumanos para detener a Superman, a cualquier precio. Pero no eran los únicos que iban detrás del último hijo de Kryton, pues Black Adam y su séquito de metahumanos de Khandaq también querían atrapar a Superman, por ser el último superhéroe en pie que defendía Estados Unidos. Finalmente, al bueno de Clark le aguardaba un último adversario, el más temible de todos, el Dr. Manhattan. Con todos los héroes fuera de juego, a excepción de Batman, Superman estaba solo en el campo de batalla, recibiendo golpes por todos lados. Mientras tanto, Ozymandias, el culpable de todo, observaba desde su escondrijo cómo su sueño se hacía realidad.
Por el momento, el Dr. Manhattan observa con indiferencia e inacción cómo se desata el apocalipsis, como ya hiciera en el pasado en su universo. Su mente se retrotrae en el tiempo, recordando (o viviendo, en su caso) algunos de los pasajes de su vida, aunque lo único que le importa es saber qué pasará unos momentos en el futuro, donde es incapaz de ver nada salvo la mismísima oscuridad, ¿Superman le matará o se defenderá y destruirá todo el universo? La excitación que siente por conocer el futuro está muy bien representada, es la primera vez en décadas que no sabe lo que sucederá, eso le paraliza, pues no puede tomar decisiones, simplemente actúa en base a conocer lo que hace, sin un por qué.
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Frank ilustra un Dr. Manhattan alcanzando la iluminación, como Buda |
Por su parte, el resto de personajes siguen su curso, luchando sus propias batallas:
-Batman y Alfred convencen a Reggie de que les ayude a salvar el mundo, consiguiendo que vuelva a vestir la máscara de Rorschach. Hasta ahora representaba al hombre que había destruido a su padre, a un criminal, pero Batman le hace ver que puede cambiar el significado de esa mascara, convertirla en un símbolo de esperanza, en aquello que defendía su padre, tal y como intentó hacerle ver Mothman. Es un momento intenso y emotivo en el que Bruce toma el relevo de Superman como héroe sensible e inspirador.
-Lois Lane siente que no tiene el control sobre el futuro, conoce la verdad, las manipulaciones que ha sufrido su realidad, pero no encuentra de qué manera exponer esa verdad puede ayudar a la humanidad. Lex Luthor le insta a que escriba la historia, mientras se prepara para ir en busca del hombre que le disparó, El Comediante, el cual sigue preso a manos de El Mimo y La Marioneta.
-Por último, Johnny Thunder sigue atrapado en la guarida de Ozymandias, atormentado por su pasado, confuso sobre su propia existencia.
Superman decide pedirle explicaciones a Manhattan, el cual mira impasible los intentos inútiles de Superman por salvar a los inocentes y combatir a los villanos. Le confiesa a Clark que fue él el culpable de la muerte de sus padres y de haber manipulado la realidad, espera que le ataque, el momento que ha estado esperando está cerca de producirse, pero Superman, lejos de golpearle, le defiende del ataque de uno de los villanos de Khandaq. Eso confunde a Manhattan, incapaz de entender la bondad de Clark. Finalmente, Superman, utilizando la foto de Jon junto a Janey Slater, consigue que Manhattan se cuestione la naturaleza de sus actos y entienda lo que debe hacer a continuación, terminar con todo. [fundido en negro]
El metaverso se destruye y renace con un Big Bang, pero esa explosión no es la que conocemos, sino la que puso fin a la existencia de Krypton. Es decir, el metaverso renace alrededor de la figura de Superman, cuando se crea su leyenda. En esta reconstrucción de la realidad, Manhattan no intercede, así que Alan Scott se convierte en Green Lantern, se crea la JSA, lo cual supone que cuando Clark desarrolla sus poderes el mundo ya conoce a los superhéroes, así que se convierte en Superboy, impide la muerte de los Kent y posibilita la creación de la Legión de Superhéroes. Todo esto conduce a una conclusión, se restablece la continuidad previa a Flashpoint, sin borrar esos acontecimientos. Así volvemos al presente, a Superman enfrentándose al séquito de Black Adam y a los metahumanos soviéticos, pero esta vez no está solo, cuenta con el apoyo del pasado y el futuro del universo DC.
Manhattan, inspirado y esperanzado por primera vez desde que dejase de ser Jon Osterman, repasa el timeline del universo DC, la creación del multiverso, los distintos orígenes de Superman encajando en sus respectivos universos. Además, nos lleva hasta el futuro, a los sucesos que acontecerán en los próximos años, así hasta conectar con el futuro de la Legión.
Una vez erradicada la amenaza de Black Adam y cía, el Doctor reúne a los distintos personajes involucrados en la historia, llega el momento de rendir cuentas. Ozymandias confiesa el final de su plan, sabía que él no podía hacer que John salvase su mundo, pero que Superman era capaz de conseguirlo. Ha logrado su objetivo, pero sus actos no pueden ser olvidados, no puede regresar como si nada hubiese pasado, así que antes de que Reggie o Manhattan le detengan, El Comediante le dispara, en venganza por lo sucedido al inicio de Watchmen. Pero El Comediante tampoco puede salirse con la suya, así que Luthor, resentido por el disparo que recibió del antiguo minutemen, le devuelve al momento de su muerte con una pistola de frecuencias vibracionales, justicia poética.
Aun así, Reggie no está dispuesto a dejar que Veidt muera como un héroe, sin pasar por la justicia, así que evita que se desangre y una vez de vuelta a la realidad Watchmen es encarcelado de por vida. Manhattan, inspirado por Superman, reconstruye su mundo, el cual quedó destrozado en el primer número. La JSA investiga la Teoría de los Superhombres, la implicación del gobierno estadounidense, mientras Superman y Wonder Woman organizan la paz mundial. El mundo está dividido, pero hay lugar para la esperanza.
Las incógnitas alrededor del hijo de El Mimo y La Marioneta parecían haberse resuelto en el número 11, pero nada más lejos de la realidad. Johns nos dijo que su custodia la tenían Dan y Laurie (Búho Nocturno y Espectro de Seda) y es cierto, pero no de la manera en la que se nos había hecho creer. Y aquí, precisamente, reside uno de los momentos mágicos del número, lo que marca la diferencia y hace que la conclusión esté cerca de la perfección. El misterioso niño, nacido en 1984, todavía no estaba bajo custodia de la pareja de vigilantes, sino que inicialmente su tutor fue el Dr. Manhattan. Lo crio bajo los ideales de Superman y los Kent, llamándole Clark, con el objetivo de transferirle sus poderes y que se convirtiera en el superhéroe y salvador de La Tierra que él no pudo ser.
Una vez completó el traspaso de poderes sí fue adoptado por Dan y Laurie. Antes de todo ello, Manhattan dejó a El Mimo y La Marioneta en el universo DC, para que fueran el ancla de Clark por si alguna vez necesitaba ir a su universo, como lo fuese Carver Colman para Jon en el pasado.
Valoración
A grandes rasgos eso es todo lo que ha dado de sí el número, casi nada, 46 páginas repletas de épica, acción y sentimiento. Fue en las páginas finales de The Button cuando descubrimos que la historia entre el universo DC y Watchmen se desarrollaría en Doomsday Clock, con Superman en el centro de todo. Como decía al principio de este escrito, no sabíamos cuál iba a ser el rol del bueno de Clark, ni siquiera conforme pasaban los números y veíamos la fijación de Manhattan en él. Por eso la conclusión de esta gran historia ha sido toda una sorpresa, pues termina siendo una oda a Superman y al universo DC. En los tiempos que corren no es extraño encontrarse con representaciones erróneas de la figura de Superman, así que es muy especial ver a Geoff Johns, uno de los autores que mejor entienden al personaje, utilizar una de las historias más ambiciosas de la editorial para reivindicar la pureza y esencia del personaje.
A menudo se dice que Superman es un personaje con el que no te identificas, por su grandeza y pulcritud, pero creo que lo importante no es verte reflejado en él, sino sentirte inspirado por lo que hay detrás del símbolo de su pecho. Sí, es “el hombre del mañana” o “el hombre de acero”, pero su grandeza no reside en su poder, sino en su humildad. En tiempos de decadencia, dificultad o pesimismo, como lo han sido las 8 décadas que lleva en activo, ha representado lo mejor de la humanidad, el ideal al que aspirar. Es el último hombre de un planeta borrado de la existencia, el extraterrestre en un mundo que no le ha puesto las cosas fáciles, tiene todo el poder en sus manos y, aun así, no mira por sus propios intereses, sino que sacrifica todo lo que tiene por el bien de la humanidad, porque cree en ella. Sabe que salvar hoy a La Tierra significa permitir el crecimiento de millones de personas que algún día salvarán a muchas otras.
Y sí, son cosas que hacen decenas de superhéroes, pero ninguno representa todas estas cuestiones tan bien como él. Puede vencer y neutralizar a sus rivales de muchas maneras, pero siempre intenta revertir su maldad, animándolos a ser mejores y haciéndoles ver el lado bueno de la vida. Y en Doomsday Clock esto se retrata a la perfección. Se enfrenta al Dr. Manhattan, uno de los seres más poderosos que haya conocido, el causante de algunos de los grandes males de su vida, pero en lugar de golpearle, consigue hacerle ver la belleza de la vida y que tiene en sus manos el destino de millones de personas. Salva al universo con la frase que le define desde su creación y que les ha dicho a tantos chicos, “tienes elección hijo”.
Pero eso no es todo, esta historia también es una oda al universo DC, a su propia idea, defendiendo el concepto de “legado”, tan arraigado a la editorial, y recordando, literalmente, que el pasado es el fundamento del futuro. Le otorga a la JSA y a la Legión de Superhéroes la importancia que les corresponde, estableciendo un orden en los sucesos de la historia, siempre con Superman como eje central, claro. Rememora algunos de los sucesos clave que han tenido lugar a lo largo de las últimas décadas y nos enseña las aventuras y crisis que llegarán en el futuro, crossover con Marvel incluido.
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Espectacular doble splash-page con la que Frank une pasado, presente y futuro |
Escribir estas líneas varios meses después de la publicación en Estados Unidos de este número 12 me ha dado la perspectiva del tiempo y el conocimiento de cómo han afectado estos sucesos al universo DC. Lamentablemente, los responsables creativos de la editorial no parecen estar por la labor de ceñirse a lo expuesto por Geoff Johns y Gary Frank en Doomsday Clock, optando por caminos opuestos. Los resultados de esta decisión son incongruencias narrativas y el alejamiento de la unificación de la continuidad por la que abogaba Johns. Creo que esta historia cerraba una etapa y abría otra muy interesante, con las semillas para años de historias, tal y como hiciese Renacimiento.
Independientemente de lo que nos aguarde el futuro, me quedo con los grandes ratos que me ha dado esta historia, tanto leyendo cada uno de sus números, como escribiendo estos análisis. Para mi Doomsday Clock es una representación perfecta de todo aquello que me hace amar los cómics de DC, así que se ha convertido en una de mis historias favoritas. Recordad, nothing ever ends.
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